¡No es discriminación, es miedo! Desafíos para la asistencia humanitaria desde el albergue “La Sagrada Familia”

Primera época, número 8, julio-diciembre 2019, pp. 108-117.

Autor: Sergio Luna Cuatlapantzi 1.

¡It’s not discrimination, but fear! A Challenge for humanitarian help from the “La Sagrada Familia” shelter

Introducción

El objetivo de este texto es reflexionar sobre el despojo que ha generado el actual modelo económico excluyente, expulsor de desplazados, migrantes y refugiados en Centroamérica, que además de empobrecerlos los responsabiliza de su propia vulnerabilidad y de múltiples problemas sociales. Se expone la preocupación que para los albergues de ayuda humanitaria en México implica esta cultura excluyente, ya que ha promovido expresiones y actos discriminatorios y violentos que ponen en riesgo a la población migrante y complican la labor humanitaria y la defensa de los derechos humanos.

Además, se analizan algunos estereotipos referidos a las personas migrantes que han servido para ocultar las injusticias y desigualdades cometidas en su contra para legitimar actos que violentan su integridad y sus derechos o para culparlas de las problemáticas sociales que aquejan a muestras comunidades. Se reflexiona críticamente sobre la idea nacionalista de la superioridad de la sociedad mexicana y el crecimiento —en el ámbito local— del rechazo hacia la diversidad, conocida como “populismo identitario”, considerándose que el sentido de arraigo y pertenencia es susceptible de construirse integrando a las diversidades, y que el miedo al otro que impulsa a defender lo “nuestro” es un discurso demagógico que puede conducir a la xenofobia al oponerse a la diversidad.

Finalmente, luego de exponer algunos aspectos que caracterizan a la población migrante que utiliza los servicios del albergue “La Sagrada Familia”, se abordan sucintamente tres condiciones que en el estado de Tlaxcala, México, violentan y discriminan a la población migrante y al mismo albergue: 1) las agresiones perpetradas contra migrantes por los guardias del tren; 2) la colocación de barreras de concreto a los costados de las vías, estructuras que han causado muertes; y 3) la percepción criminalizante de la población local hacia las personas migrantes en tránsito y hacia la labor de ayuda humanitaria. Se concluye reconociendo que, si bien el miedo al otro en un contexto de inseguridad es comprensible, no puede éste condicionar nuestro actuar por lo que se exhorta a considerar la presencia de migrantes como una oportunidad para reconstruir nuestras relaciones humanas.

Migrantes, refugiados y desplazados: signos del despojo y la violencia

En Latinoamérica, la injusta acumulación de la riqueza y las desigualdades han sido compañeras de nuestra historia. Ante ello, las personas empobrecidas se han llevado la peor parte, en tanto que las sociedades con mejores estándares económicos han sostenido su enriquecimiento en la cultura individualista y utilitaria. El actual modelo económico depredador se rehúsa a responsabilizarse de las consecuencias que genera, esto es lo que sucede con los 70,8 millones de personas desplazadas a nivel mundial por motivos de persecución, conflictos y violencia (ACNUR, 2018), quienes además de padecer su empobrecimiento, se les responsabiliza de su vulnerabilidad, incluso se les inculpa de múltiples problemáticas sociales. Este modelo utiliza sus señuelos consumistas para que los despojados emprendan un viaje hacia aquel “paraíso mítico” reservado a unos pocos, pero construido a costa de la explotación de muchos.

En el escenario regional México es un país de tránsito por el que anualmente transitan miles de personas en condiciones migratorias irregulares, quienes tienen como destino principal los Estados Unidos. Actualmente preocupa la coerción que el gobierno estadounidense ha ejercido para que México y Guatemala actúen, de facto, como países de contención del flujo migratorio y de espera para las personas solicitantes de asilo en ese país. Para lo cual, se ha puesto en marcha un sistema de control migratorio militarizado en tanto que las instituciones estatales de atención a migrantes y refugiados están colapsadas y sin recursos suficientes para atender el flujo migratorio. Mientras la labor de la sociedad civil en materia de ayuda humanitaria y de defensa de los derechos humanos enfrenta la descalificación y, en algunos casos, la persecución del actual gobierno.

Este intenso control migratorio implementado por el gobierno federal y por algunas entidades federativas ha suscitado en varios sectores de la sociedad mexicana expresiones y actos discriminatorios hacia la población migrante en tránsito. Para las instituciones de ayuda humanitaria que proporcionan alojamiento, alimentación, servicios médicos, psicológicos y de higiene personal, además del servicio telefónico y de internet gratuitos para el restablecimiento de la comunicación con sus familiares, es preocupante la difusión que han alcanzado estas manifestaciones ya que se aproximan a actos xenófobos que ponen en riesgo a la población migrante y complican la labor humanitaria y la defensa de los derechos humanos.

Al respecto, cada vez es más común que en medios de comunicación y redes sociales diversos sectores de la sociedad mexicana expresen ideas discriminadoras como aquéllas que afirman que las personas migrantes están invadiendo nuestras comunidades y calles, que “están saboteando al turismo”, que son conflictivas, sucias, desordenadas, irrespetuosas y perturbadoras del orden. En un extremo insostenible viene ganado terreno el discurso que les considera como criminales e incluso, como portadoras de enfermedades catastróficas. Así mismo, se empieza a denostar a estos espacios de ayuda señalándolos infundadamente como centros de atracción para actos delictivos e incluso de protección de delincuentes locales y extranjeros.

Desafíos para la ayuda humanitaria desde el albergue “La Sagrada Familia” en Apizaco, Tlaxcala

En México, desde hace más de dos décadas, organizaciones comunitarias y de la sociedad civil brindan ayuda humanitaria y defensa de los derechos humanos a la población migrante y refugiada. Si bien no se conoce exactamente el número de albergues y casas que protegen a migrantes y refugiados en diversas regiones del país, en 2017 se contabilizaron al menos 113 albergues de inspiración católica (DPMH, 2018); quienes junto a otras iniciativas, además de enfrentar las complicaciones propias de atender a grupos numerosos de personas migrantes, tienen que lidiar con los obstáculos que trae consigo el control migratorio, enfrentar al acoso y las amenazas de los grupos delincuenciales, resistir el impacto en la salud mental de sus operadores, enfrentar la creciente discriminación de las comunidades donde realizan su labor y, últimamente, resistir los actos intimidatorios, criminalizantes y persecutorios del Estado, entre otros retos.

Tlaxcala es uno de los primeros puntos al que las personas migrantes pueden llegar en el centro del país tras dejar el sur de México. La base de datos estadísticos del albergue “La Sagrada Familia” revela que cuando el tren arriba a la Ciudad de Apizaco, quienes viajan a bordo de él ya han transitado en promedio 25 días, recorriendo jornadas de hasta 15 horas a bordo del tren o caminando (ASAFAM, 2019). Arriban con hambre, cansadas, deshidratadas, con problemas de salud, con afectaciones en su salud mental por el estrés de la partida o por haber padecido o atestiguado actos atroces. Las adversidades climáticas, los frecuentes asaltos, las agresiones sexuales y abusos de autoridad, las extorsiones y secuestros perpetrados por grupos criminales, sumados a la discriminación de diversos sectores de la población, son experiencias que ponen a prueba su capacidad de afrontamiento y sobrevivencia.

En estas circunstancias, el albergue “La Sagrada Familia” representa para quienes migran un espacio de descanso y seguridad. A él acuden principalmente personas provenientes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Según las estadísticas del albergue, en 2018 se alojaron al menos 5121 personas, que se suman a las 35 mil atendidas en años anteriores (ASAFAM, 2019). La Tabla 1 muestra los porcentajes según la nacionalidad de origen, donde la población hondureña, como en años anteriores, ha sido la más numerosa.

Tabla 1. Personas atendidas en el albergue durante 2018, según nacionalidad de origen
Nacionalidad Porcentaje
    Honduras 86%
    Guatemala 6.80%
    El Salvador 3.90%
    Nicaragua 1.50%
    México 1.50%
    Otros 0.30%
    Total 100%
Fuente: elaboración propia a partir de los datos estadísticos del albergue “La Sagrada Familia”, A.C.

Llama la atención que en el primer semestre de 2019 la población hondureña se incrementó pues, de enero a mayo, constituyó 94%. En este punto de la ruta, los hombres son la población mayoritaria. Los registros de 2015 a 2017 revelan que, del total de la población atendida, 4.5% lo constituyeron mujeres. Sin embargo, en el primer semestre de 2019 el porcentaje de ellas se elevó hasta llegar a 15%, ello puede relacionarse con el aumento de familias que migran utilizando el tren. Sobre las causas que motivan la migración de las personas, en el primer semestre de 2019 57% dijo migrar por necesidades económicas y la búsqueda de un mejor empleo fuera de su país; la segunda causa la constituyó el temor de perder su vida en su país a causa de la violencia perpetrada por pandillas (32%); y la reunificación familiar fue señalada como la tercera causa de su salida (13%) (ASAFAM, 2019).

Discriminación y violencia: desafíos para la ayuda humanitaria

La forma en que los mexicanos habían normalizado el arribo y tránsito de personas migrantes se vio trastocada desde los últimos meses de 2018; y es que ya no se trataba de pequeños grupos, ya que ante las múltiples prácticas de violencia en su contra y luego de las experiencias de las multitudinarias “caravanas”, aprendieron que viajar en grupos numerosos podría ser un mecanismo de protección. Desafortunadamente, el enfoque con el que los medios informaron sobre las “caravanas de migrantes” provocó que diversos sectores de la sociedad expresaran abiertamente ideas discriminadoras. En un extremo inadmisible, han venido ganando terreno discursos que consideran a quienes migran como criminales o como portadores de enfermedades catastróficas. Incluso, hoy en día se les acusa de provocar el aumento de la inseguridad y la delincuencia en nuestras comunidades y de atentar contra la unidad nacional al ser invasivos y poner en riesgo la estabilidad social.

Ante el resurgimiento de estos discursos discriminadores y xenófobos cabe preguntarse, ¿qué factores siguen reproduciéndolos y fortaleciéndolos?, ¿quién se beneficia de ellos?, ¿estas concepciones buscan determinar el lugar que los migrantes deben ocupar en nuestra sociedad?, ¿dichas ideas buscan reafirmar la creencia de una supuesta “superioridad” de nuestra sociedad nacional frente al extranjero invasor?, ¿será que estas expresiones buscan encubrir las relaciones de desigualdad y de dominación de unos grupos o personas sobre otras?

Desde nuestra labor de defensa de derechos humanos, consideramos que estereotipar a las personas migrantes como “conflictivas” y potenciales delincuentes, constituye una forma de ocultar que otras poblaciones en condiciones de vulnerabilidad, como las personas migrantes, siguen siendo víctimas de injusticias y desigualdades; pero, al considerarlas conflictivas puede responsabilizárseles de su propia situación de violencia y exclusión; o incluso, considerarlas como “chivos expiatorios” o culpables de las problemáticas sociales que aquejan a nuestras comunidades, como la inseguridad, los robos, el narco menudeo o la violencia sexual y, por tanto, legitimar un trato discriminador y violento hacia ellas (Wagman, 2006).

Como ha ocurrido en otros países, inquieta que en Tlaxcala el estereotipo del migrante delincuente genere el efecto de la “profecía cumplida”, ya que, si existe la idea de que las personas migrantes comenten más delitos, podrá aumentarse la vigilancia sobre ellas, lo que dará lugar a posibles detenciones, justificándose así la hipótesis inicial de la mayor tendencia de las personas migrantes a delinquir (Wagman, 2006).

En este mismo sentido, es apremiante superar aquellos estereotipos que conciben a quienes migran como personas irrespetuosas, invasoras y perturbadoras del orden, que atentan contra la unidad nacional; personas carentes de “los valores superiores” de nuestra “gran” sociedad mexicana que ponen en riesgo la estabilidad social. La sociedad mexicana enfrenta el reto de desmitificar la idea de ser una sociedad homogénea, “perfecta”, “superior a otras” en la que, si poblaciones ajenas quieren permanecer, deben “integrarse”.

A la luz de estos planteamientos, consideramos que la idea de una sociedad armoniosa y superior a otras se sustenta, equivocadamente, en creer que existen rasgos específicos que unifican a la amplia y diversa sociedad mexicana: el nacionalismo. Sostenemos que esta identidad no depende de factores objetivos como la igualdad de credo ni mucho menos de gustos compartidos, por lo que el sentimiento de arraigo y pertenencia puede y debe construirse. Si hay voluntad e interés pueden fomentarse procesos para lograr la identificación entre miembros de una comunidad por muy diversas que sean las personas que la integren.

Consideramos con preocupación que en la sociedad mexicana empieza a surgir como en diversos países europeos el denominado “populismo identitario”, corriente nacionalista excluyente que rechaza la diversidad y culpa a los movimientos migratorios de los males de las sociedades. Estas corrientes han utilizado la fórmula del “enemigo exterior” basada en falsos prejuicios difundidos en las redes sociales. Utilizan estas ideas para construir un miedo social cuyo fin es estigmatizar al que es distinto. Lo que subyace a estas ideas es el miedo a la pérdida de la identidad cultural como resultado de una coexistencia de grupos culturales diversos, por lo que promueve el rechazo al diferente, al invasor, al otro, al migrante empobrecido y exige “defender lo nuestro”. Este falso discurso encubre ideas demagógicas, simplistas y xenófobas (Alberdi, 2018).

Recientemente en México esta corriente tomó fuerza a propósito de las caravanas de migrantes, ya que surgieron reivindicaciones en favor de los más pobres y necesitados de nuestro país, aun cuando pocos hayan actuado en favor de esos llamados “nuestros pobres”. Lo incongruente de esta simulada indignación generada porque ¡se atienden primero a los migrantes que a nuestros pobres!, es que tal reclamo no se basa en reconocer la necesidad de estos últimos, sino en un enarbolado nacionalismo.

Más aún, la visibilidad que ha alcanzado la presencia de personas migrantes en México ha traído consigo el fortalecimiento del discurso del “nosotros” en clara oposición al “ellos” y en consecuencia la defensa de “lo nuestro”: nuestra unidad nacional, nuestra tranquilidad, nuestra seguridad, nuestra cultura, nuestras calles, nuestros trabajos, nuestras mujeres, nuestra ciudadanía; incluso, “nuestros pobres”, aquéllos que si no fuera por “los otros” —los migrantes— nadie reconocería pues la misma sociedad indolente que los reclama los ha renegado. Preocupa que estas ideas nacionalistas y opositoras a la diversidad van teniendo auge no únicamente entre la clase política global sino también en el ámbito de nuestras comunidades locales.

El estereotipo del migrante como “enemigo exterior” se ha utilizado en otros países para encontrar un responsable de la precariedad laboral, para responsabilizar a la comunidad migrante de poner en juego el bienestar de la sociedad local y de la desatención gubernamental que sufren otros sectores en condiciones de vulnerabilidad al destinarse recursos públicos para atender a la población migrante. Sin embargo, en varios países hay evidencias de una correlación entre migración y prosperidad, y es que las personas migrantes son mano de obra productiva que pagan impuestos, son consumidores e impulsores de nuevos negocios que fortalecen las economías locales (Alberdi, 2018).

Así mismo, urge evidenciar que entre la población migrante viajan personas que huyen de una muerte inminente; y es que el discurso nacionalista excluyente ha insensibilizado a diversos sectores de la población al grado que pareciera no importar que seres humanos sean asesinados, torturados, violados o forzados a la explotación sexual (Alberdi, 2018). La sociedad mexicana debe comprender que el derecho al asilo no es un favor que se concede, sino un derecho y una obligación establecida en los tratados internacionales que México ha suscrito comprometiéndose legalmente a proteger a un perseguido. De vuelta a la crítica sobre la construcción del miedo al distinto, fundado en el temor de perder nuestra identidad mexicana por la llegada de migrantes, cabe responder si ¿los mexicanos tenemos una identidad propia? Aun si existiera una clara identidad de lo “mexicano” que debe protegerse, es inaceptable que se haga, incluso, a costa de las vidas de seres humanos que no comparten tal identidad.

El discurso nacionalista ha permeado el contexto local. La discriminación y violencia que enfrentan las personas migrantes en Tlaxcala se puede caracterizar por tres aspectos: el primero relativo a la violencia que venía perpetrándose contra quienes viajan a bordo del tren principalmente por guardias de la empresa que custodia este transporte. La tabla 2 muestra los casos de violencia que de 2011 a 2018 ha documentado el albergue, en los que se señalaba a guardias de la empresa de seguridad Cuerpos de Seguridad Auxiliar del Estado de México (CUSAEM)[1] como agresores, y la poca protección del acceso a la justicia que han tenido las víctimas (ASAFAM, 2019).

Tabla 2. Casos y denuncias documentadas por el albergue periodo 2011 a 2018
Año Número de casos Denuncias ante Ministerio Público Casos perpetrados por guardias CUSAEM Visas humanitarias Visas humanitarias autorizadas
  2011 2 2 1 3 0
  2012 0 0 0 0 0
  2013 1 0 1 0 0
  2014 0 0 0 0 0
  2015 5 1 4 1 1
  2016 8 4 5 4 0
  2017 6 2 3 1 1
  2018 8 4 4 5 5
Total 30 13 18 14 7
Fuente: elaboración propia a partir de los registros del albergue “La Sagrada Familia”, A.C.

La segunda situación que genera discriminación y violencia contra migrantes es la colocación de postes de concreto en ambos lados de las vías del tren, poco antes de la estación ferroviaria ubicada en Apizaco y frente al albergue “La Sagrada Familia”; éstos fueron colocados desde 2012 por la empresa FERROSUR. Desde entonces, estas estructuras han puesto en riesgo la integridad y la vida de las personas que viajan a bordo del tren, quienes al intentar bajar o subir de él, pueden impactarse contra estos muros y lesionarse o perder la vida. De acuerdo con los registros del albergue, a la fecha 23 personas han sufrido accidentes, 8 con amputaciones y una perdió la vida (véase tabla 3).

Tabla 3. Personas accidentadas por impacto contra postes de concreto 2012-2018
Año Número de                personas Amputaciones Muertes
2012 8 2  –
2013 4 2  –
2014 2 1
2015 3 0  –
2016 2 2  –
2017 3 1  –
2018 1 1  –
Total 23 8 1
Fuente: elaboración propia a partir de los archivos de casos documentados del albergue “La Sagrada Familia”, A.C.

A pesar de estas consecuencias, subsiste la nula voluntad de las autoridades de los tres órdenes de gobierno y la empresa ferroviaria para retirar o modificar la colocación de estas estructuras. Contrario a esto, han incrementado el número de postes colocados que continúan provocando accidentes, de los cuales se culpa a las personas migrantes por sus “descuidos” y su “impertinencia” a viajar en un transporte destinado para mercancías.

El tercer desafío es el incremento de prácticas discriminatorias de algunos sectores de la población local y de las mismas autoridades hacia migrantes. A propósito, el albergue “La Sagrada Familia” realizó un diagnóstico para identificar las causas que en 5 municipios de Tlaxcala generan actitudes y actos discriminatorios (UMUN, 2017), de este ejercicio se presentan algunos resultados que permiten comprender la creciente discriminación. Cabe señalar que este ejercicio se realizó antes del paso de caravanas de migrantes, por lo que actualmente la discriminación puede tener manifestaciones más preocupantes.

Un aspecto importante de las prácticas discriminatorias es que a ellas subyacen determinados “conocimientos” acerca de las personas, los estereotipos y estigmas. El diagnóstico identificó que 77.5% de las entrevistadas dijo haber escuchado que los migrantes son borrachos y drogadictos, pandilleros o maras, son problemáticos, ladrones y asaltantes, son abusivos, flojos y agresivos; 10.5% manifestó saber que son trabajadores y respetuosos, y un 12% manifestó no haber escuchado ningún aspecto de estos.

Sobre las causas de la discriminación hacia migrantes en Tlaxcala, 39% de las personas piensan que los migrantes son discriminados porque se les considera delincuentes, 20% piensan que son discriminados por su aspecto sucio, 16% porque se percibe que son violentos, y 11.5 % porque se piensa que son drogadictos y alcohólicos, 7% por no tener papeles migratorios y 5% porque son flojos. En el referido diagnóstico, 67% de las personas manifestó estar de acuerdo en que algunos migrantes abusan del apoyo que la comunidad local les brinda, percepción que no favorece la hospitalidad.

También se preguntó a las personas qué tan de acuerdo estaban en afirmar que la presencia de migrantes centroamericanos en Tlaxcala puede ser una amenaza para la seguridad; 46% dijo estar de acuerdo con dicha afirmación. En este mismo sentido, 35% de las personas consideró que la presencia de muchos migrantes en las calles es molesta y la consideran invasiva. Finalmente, sobre los estereotipos referidos a la defensa de los derechos humanos de los migrantes, el ejercicio mostró que si bien la mayoría, 63% de las personas, considera que esta labor es importante, 10% considera que con estas prácticas se pone en riesgo a los habitantes de la comunidad ya que se defiende a delincuentes.

Estos estereotipos asumidos incluso por diversas autoridades y medios de comunicación han incitado actos discriminatorios. Ejemplo de ello es que en Apizaco, un reducido grupo de vecinos azuzados por este tipo de discursos, y por haber sido víctimas de algunos actos vandálicos de personas que viajan como parte del flujo migratorio, obligaron a las autoridades municipales a colocar una malla ciclónica a lo ancho de la única calle de acceso al albergue “La Sagrada Familia”, a fin de impedir que las personas migrantes continúen “invadiendo”, “generando inseguridad”, “ensuciando” y dando “mal aspecto” a esta calle.

Preocupa que estas prácticas impidan la integración de las personas e inciten actos violentos contra grupos de migrantes y hacia los albergues. Así pueden interpretarse los actos criminalizantes y de persecución que en este año han ejercido las autoridades en contra de los albergues. Algunos han sido atacados acusándolos, sin fundamento, de tráfico de personas, otros hemos sido acusados de ser centros de narcomenudeo, algunos más han sido criminalizados acusándolos de lavado de dinero vinculado a la trata de personas. Esta persecución forma parte de la estrategia de control migratorio que busca desincentivar y debilitar la estructura comunitaria que hoy en día acoge y protege a las personas migrantes en México; pero frente a estas adversidades diversos albergues confirmamos nuestra opción de acoger y caminar con los expulsados del actual sistema depredador y excluyente.

Reflexión final

La discriminación es uno de los retos apremiantes en México. Las graves condiciones de violencia que aquejan a nuestras comunidades acrecientan el miedo a los “otros”, a los marginados, hacia las personas que migran por nuestro país en condiciones vulnerables. Aunque el miedo es comprensible, conviene evitar que condicione nuestra forma de pensar y actuar. Desde los albergues de ayuda humanitaria entendemos a la migración como una oportunidad para reconstruir nuestras relaciones entre seres humanos, evitando nacionalismos basados en el abuso del “otro” para el beneficio personal. Nuestro actuar cotidiano pretende construir relaciones que superen el individualismo y construyan relaciones igualitarias, fraternas y corresponsables, no solamente para beneficio de los migrantes, sino para hacer viable el futuro de la humanidad.

Referencias bibliográficas

  • ACNUR, (2018), “Datos básicos, anuarios estadísticos”, disponible en: https://www.acnur.org/datos-basicos.html.
  • Alberdi, Javier, (2018), “Demagogia contra la inmigración: nuestros pobres, primero”, El asombrario & Co., disponible en: https://elasombrario.com/demagogia-inmigracion-pobres-primero/.
  • ASAFAM (Albergue “La Sagrada Familia” A.C.), (2019), Informe estadístico 2018. (Informe inédito), Albergue La Sagrada Familia A.C. Apizaco Tlaxcala, México.
  • ASAFAM, (2019), Corte estadístico primer semestre 2019, (Informe inédito), Albergue La Sagrada Familia A.C. Apizaco Tlaxcala, México.
  • ASAFAM, (2019), Registro y documentación de casos relevantes de delitos y violaciones a derechos humanos perpetrados contra personas migrantes en Tlaxcala y la región, periodo de 2011 a 2018, (Informe inédito), Albergue La Sagrada Familia A.C. Apizaco Tlaxcala México.
  • ASAFAM, (2019), Registro de casos de personas accidentadas a causa de los barrotes colocados en las vías del tren periodo de 2011 a 2018, (Informe inédito), Albergue “La Sagrada Familia A.C. Apizaco, Tlaxcala México.
  • DPMH (Dimensión Pastoral de la Movilidad Humana), (2018), Informe de Migrantes atendidos por las Casas Migrantes Católicas, 2016 ¡El grito de los migrantes es nuestro grito!, Conferencia del Episcopado Mexicano, México.
  • UMUN (Un Mundo Una Nación A.C.), (2017), “Sistematización y análisis de resultados de encuestas para identificar las problemáticas que afectan los derechos de los migrantes en tránsito por Tlaxcala y refugiados”, (Informe inédito), en Proyecto: Campaña por una cultura de hospitalidad y no discriminación para personas migrantes y solicitantes de refugio 2017. Un Mundo Una Nación A.C. Apizaco Tlaxcala México.
  • Wagman, Daniel, (2006), “Los medios de comunicación y la criminalización de los inmigrantes”, en Manuel Lario Bastida (Coord.), Medios de comunicación e inmigración. Convivir sin racismo, España: Caja de ahorros del Mediterráneo pp. 201-214.

Fecha de recepción: 26 de abril de 2019.

Fecha de aceptación: 15 de junio de 2019.


[1] Al menos hasta el año 2018 dicha empresa de seguridad privada tenía a su cargo la concesión de custodiar el tren de carga que cruza el estado de Tlaxcala. En su momento diversos agentes fueron acusados por extorsionar a las personas migrantes y agredir con armas de fuego a migrantes que viajaban a bordo del tren.


 

  1. Director del albergue para migrantes “La Sagrada Familia” A.C. y de un “Mundo una Nación” A.C. Es asistente de investigación del Proyecto CONACYT No. 5687 denominado: “Tránsitos precarios: Migrantes Centroamericanos y su Trayecto por el Altiplano Central Mexicano” en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. Contacto: lunaibero@hotmail.com.